El solsticio de invierno es
precisamente ese punto que marca el inicio de dicha estación. En el hemisferio
Sur es celebrado alrededor del 21 de junio (entre el 21 y el 24 de junio para
ser más precisos). Para los que deseen
ser estrictos, en nuestro hemisferio inicia en el momento en que el Sol ingresa
en el signo de Cáncer.
Curiosamente, a pesar de ser la
fecha en que el invierno inicia – lo que coincide con la noche más larga del
año y el primer día de ese periodo en el que el frío hará de las suyas – en
este Sabbat la temática central es el renacimiento y/o retorno de la luz y de
las bendiciones del sol. Es en
apariencia algo irónico, al menos a primera vista, hasta que uno revisa un poco
más la historia de dichos festejos. La idea de celebrar la luz en dicha
temporada era una forma de “convencer” al Sol para que regrese a la Tierra y
con su regreso, traiga la fuerza de la vida. (Una forma de atraer la energía
solar y su calor era a través de las velas y las hogueras, usando luz para llamar
a la Luz, en una forma de magia por simpatía.
De aquí el hecho de las velas y los colores cálidos formen parte
fundamental en ritos y altares dedicados a este Solsticio). Yule
– el nombre más usado en muchos círculos para esta festividad – se concentraba
en el renacer del Sol, la gran Rueda del Cielo (y de hecho, “Yule”
proviene del término “Iul” que
significa “rueda”).
El renacimiento de la luz suele
expresarse en dos formas en lo que a mitos se refiere. La primera muestra al
Hijo de la Luz, conocido también como el Hijo de la Promesa que nace de la
Diosa. En varias celebraciones conectadas con la brujería Tradicional el dios
renace, pero permanece en forma espiritual – aún no tiene forma física, por lo
que aún no ha regresado al mundo físico (lo que podría ser una forma de
explicar el hecho de que si bien desde ese momento los días se van haciendo más
largos y la luz del sol debería empezar
a aumentar, en la práctica todavía falta algo de tiempo para que eso ocurra).
Esta forma del mito hace énfasis en el concepto de que de la oscuridad nace la
luz y que de la aparente destrucción puede surgir algo bueno. Así, la
festividad de Yule (o Alban Arthuans,
otro de los nombres para esta fecha) muestra sus lazos con la leyenda del
fénix, el ave que renace de las cenizas después de su aparente y completa
destrucción. La destrucción es una fantasía, pues la vida y la energía
continuarán eternamente.1
El segundo modo o “enfoque
mitológico” presenta la imagen del Dios de la Luz que surge del Inframundo para
enfrentar al Dios de la Oscuridad. Esta perspectiva queda principalmente
demostrada en la imagen del Rey del Roble (luz) enfrentando al Rey del Acebo
(oscuridad) de la Wicca. En este caso la lucha entre luz y oscuridad parece ser
más frontal. No obstante, siempre he creído que la interacción entre ambas
figuras va definitivamente mucho más allá de un simple “combate” como pudiera
parecer a simple vista (tal vez podríamos preguntar a los mismos dioses cuál es
su visión de todo el tema).
Si bien puede no estar específicamente
relacionado con Yule sino más bien con el invierno en general, vale la
pena
señalar uno de los mitos más conocidos acerca de los orígenes y las energías
de la estación y que no involucra a madre e hijo, sino a madre e hija.
En el mito de Deméter y Kora, al ser ésta llevada (por la fuerza según algunos,
por deseo propio según ciertas reinterpretaciones de la leyenda) al Inframundo
por Hades, Deméter decide que no florecerá ni crecerá nada sobre la faz de la
Tierra hasta recuperar a su hija. En ese periodo invernal, Kora también experimenta una transformación, hasta
el punto en que es conocida como Perséfone, reina del Mundo Subterráneo. El retorno
de Perséfone a la superficie marca el renacimiento de la tierra y del propio
ser después de enfrentar la prueba de la transformación al contactar con los
aspectos más oscuros, hasta el punto en que algunos
equiparen este mito con el proceso de enfrentar a la Sombra.
Cuando se revisa la historia y
los relatos asociados a esta fecha, es casi inevitable encontrarse con
referencias a la Navidad. El caso es que, cuando se observa que Yule es
celebrado alrededor del 21 de diciembre en el hemisferio norte y se revisa la
temática de Luz vs. Oscuridad y el nacimiento del dios de la luz que vencería
la desesperación y la angustia y traería bienestar y vida, resulta bastante
fácil entender cómo fue que las tradiciones paganas y cristianas se fusionaron
para esta fecha. Aunque hay muchas formas de ver esto – a favor y en contra –
sólo diré esto: encontrar y utilizar correspondencias de Yule en pleno mes de junio
puede resultar bastante interesante.
En el mundo espiritual, la
energía se moviliza del Mundo Inferior al Mundo Superior, con el renacimiento
del Joven Niño Sol desde la oscuridad. Algo interesante es que retomando la temática del enfrentamiento entre las fuerzas de luz y oscuridad, éste NO
necesariamente se identifica en modo automático con el conflicto de “bien vs.
mal”, al menos no originalmente – pues la oscuridad ofrece también cosas buenas - sino que sería más una
interacción entre las energías del nacimiento y la vida y las energías de la
muerte, entre los aspectos mortales e inmortales de nuestro ser, todos parte de
un ciclo y un balance mayor. La relación entre estos aspectos hace que el
Sabbat esté vinculado tanto con dioses de luz como Apolo, Balder y Horus, como
con dioses tradicionalmente más oscuros, incluyendo Cerridwen y Saturno.
El trabajo del practicante de
magia en este periodo se enfoca en la transformación, lo que en muchos casos
hace necesario que enfrente sus aspectos más oscuros y recurra a su fuerza
interior. La energía de Yule recuerda que incluso en la más terrible desesperación,
puede haber esperanza, aunque esta esperanza equivale más a la fuerza que
impulsa hacia a la acción y no al quedarse sentado esperando que las cosas
mejoren. De este modo, el arte y el poder del brujo se enfocan en encontrar y
traer esa proverbial chispa de luz y hacerla brillar con intensidad, arrojando luz
sobre lo desconocido para iluminarlo.
Puesto que queda claro que las palabras clave
en el Solsticio de Invierno parecen ser “Renacimiento y Trasnformación”, algunos de los trabajos y
prácticas tradicionales en estas fechas incluyen:
- Magia para renacimiento, transformación, renovación y traer nuevos inicios, así como para eliminar aquello que obstaculiza nuestro camino hacia nuestros objetivos.
- Magia de invierno: La magia invernal no se limita al periodo de Yule, sino que a lo largo de toda la estación se puede trabajar con ella para reconectar con nuestro mundo interior y enriquecerlo. Es también un momento para re-encender la propia resiliencia y los poderes de regeneración.
- Invocar energía de la luz y atraer la energía del Sol: los solsticios y equinoccios, por ser festividades que marcan los ciclos del Sol, son momentos idóneos para rituales que atraigan la energía del Sol, en un modo que guarda semejanza con ritos como “Atraer la Luna”. Esto facilita el proceso de transformación. La conexión con la energía del Sol, que es invocada para que bendiga y nutra nuestro ser y nuestra vida en general, puede lograrse al aire libre (siempre que el clima lo permita) en un lugar cerrado. Este trabajo puede ser dirigido también a encontrar la fuerza interior.
- Trabajo con la Sombra: los aspectos que ignoramos o que incluso negamos de nosotros mismos. Emociones, maneras de actuar, sentimientos no reconocidos y cargas emocionales que nos acompañan y aquello que podemos considerar como “no aceptable” – bien sea como persona o como sociedad. El objetivo del trabajo con la sombra tiene como uno de sus objetivos la integración de sus características en nuestra vida en modo saludable. De ese modo ella ya no controlará nuestra vida o se manifestará en modo perjudicial. Se trata de una trabajo y forma de sanación interior puede tomar cierto tiempo y puede llegar a ser muy intenso.
- Magia curativa: un tipo de magia que creo resulta particularmente necesaria en este periodo es el trabajo destinado a la sanación. El trabajo con la Sombra es una forma de sanación interior. A nivel físico, con el frío, las gripes y otras enfermedades propias de la época, es tal vez uno de los mejores momentos para trabajar la sanación, individual o grupalmente.
- Magia para establecer las bases de los objetivos: Al estar conectado con el elemento de la Tierra, podemos canalizar la energía de este Sabbat para preparar el terreno para nuestros objetivos, en un modo de “establecer los cimientos” de nuestros proyectos. Igualmente, es también un momento para empezar a dar forma a los objetivos planteados en Samhain y el momento de identificar maneras en las que tales objetivos pueden empezar a hacerse concretos.
¡Buen solsticio!
Practicante de artes mágicas
Referencias
1. Roderick, T. (2005) Wicca: a year and a day. Llewellyn
Publications; St. Paul, MN.
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