“Todo lo que hagas regresa a ti con el triple de fuerza.” Con seguridad muchos, si no todos habrán leído alguna vez estas palabras, que, junto a la Rede Wicca (“Mientras no dañe a nadie, haz lo que deseas”), se ha convertido en una guía para el comportamiento de un gran número de practicantes de la Wicca – y posiblemente también más de un simpatizante de la misma la tendrá en cuenta -. Simplemente, se trata de una declaración que ha llegado a ser vista como un código de conducta para la práctica mágica.
Cuando uno lee el enunciado de esta ley– o lo escucha -, lo más probable es que piense algo como “entonces, si hago algo bueno, ¡me será regresado con el triple de fuerza!” Genial. Pero luego viene el otro lado de la moneda – “Si hago algo malo, se me devolverá con el triple de intensidad”, lo que conlleva a la conclusión lógica de “en consecuencia, mejor no hago nada malo con mi magia, o de lo contrario se me devolverán más desgracias.” (Ya no es tan genial, ¿verdad?). A primera vista parece un buen sistema para controlar la conducta del practicante. Digo, nos mantiene ordenados y evita que aquellos pensamientos de “destruiré a mis enemigos y eliminaré a quien se interponga en mi camino” se filtren en nuestra mente y en nuestros actos… ¿cierto? ¡¿Cierto?!
Cuando uno se pone a revisar esta declaración (si percibes que no me siento muy cómodo usando la palabra ‘ley’ en este caso, acertaste) comienza a considerar sus implicancias y su eficacia real para guiar al practicante de Wicca o paganismo simpatizante con la Wicca – más allá del asunto de si siempre fue una “ley del triple retorno” o empezó siendo más una “ley del doble retorno” (según refiere el autor pagano Kerr Cuhulain, Gardner usó la ley del doble retorno para presentar una imagen favorable de la brujería ante los medios, pero Buckland consideró que sería mejor elevar la ‘tasa de intereses’ a triple)1 o de si existe o no alguna especie de desperfecto o ‘vacío de retroalimentación’ (¿quién decide que en verdad deben ser tres veces? ¿Por qué no puede simplemente conservar la misma intensidad, siguiendo las leyes de la física?) O incluso dejando a un lado las otras versiones de “leyes de retorno” (¿alguien ha escuchado acerca de la ‘ley de las diez veces’?)2 – uno se pregunta: ¿En serio cumple su propósito? ¿En serio es una guía eficaz para un practicante de la Wicca?
A estas alturas, si más de uno comenzara a decir “¡pero las leyes son importantes! necesitamos leyes para guiarnos en nuestro código de conducta en la magia y la Wicca del mismo modo en que las necesitamos en nuestra sociedad” no lo culparía. De hecho una parte de mí también estaría de acuerdo. Es el modo más básico de enseñar a alguien a distinguir lo correcto de lo incorrecto. Es la manera más sencilla de aprender qué está permitido y qué no lo está. Pero otra parte de mí dice: “¿de verdad vamos a conformarnos con eso?” Haciendo un paralelo, pensemos en la manera de educar a un niño: desde luego, parte de su crianza consiste en enseñarle las reglas de “debes y no debes” y nadie puede negar que una de las formas más eficaces en la que un niño aprende algo que recordará por mucho tiempo es cuando descubre que por una acción buena obtiene una recompensa y por una acción mala recibe alguna forma de castigo o reprimenda. Sin embargo, el objetivo final de todo padre – cuando menos eso es lo que se supone– es que el niño crezca y se convierta en alguien que haga lo correcto porque SABE que es correcto, que respete a otras personas porque SABE que merecen respeto. Del mismo modo, llega un punto en el que la ley de tres deja de servir a este propósito. La ley de tres no es un mandamiento. Puede ser una guía, una forma de explicar lo que sucede en el universo. No obstante, tenerla en cuenta como la máxima regla por la que un brujo o bruja no hace nunca una mala acción convierte dicha ley en una amenaza y tal vez nunca permita al practicante descubrir que el motivo final por el que no hace algo que pueda lastimar a otros es porque RECONOCE que los demás son también sagrados, y porque SABE que hay divinidad en quienes lo rodean3. Mientras el practicante asuma la ley del triple retorno como la explicación y razón máxima por la que no debe hacer daño a otros, actuará desde el miedo: miedo a sí mismo, miedo al poder que supuestamente intenta conseguir, miedo al mundo en el que vive.
Así que tal vez sí ocurra eso de “lo que envías se te devuelve con el triple de fuerza.” Tal vez sí forma parte del Gran Diseño (ahora que recuerdo, algunos practicantes con los que he conversado señalan que son 3 veces porque cada acto mágico afecta a la persona que lo hace, al destinatario y al mundo, pero podría ser también por los tres niveles de la mente: consciente, subconsciente y superconsciente). Puede que sea de gran utilidad para realizar alguno de esos controversiales rituales kármicos o que atraen la Buena o Mala suerte. Incluso puede que resulte práctico al momento de introducir a alguien a la práctica Wiccana (observen mi énfasis en la palabra ‘puede’). Pero ¿basar nuestra conducta y nuestras decisiones en el miedo a recibir un castigo o esperando recibir una recompensa? No es algo que me convenza… Actuar basándonos en la idea de que todas las cosas y personas son sagradas, en cambio, es algo que sí cambia la perspectiva y puede tener efectos mucho más profundos. Aunque al final, puede ser que simplemente yo esté divagando. J
Practicante de Artes Mágicas.
Referencias:
- Cuhulain, K. (2002) Full Contact Magick. Llewellyn Wordlwide: St. Paul.
- Hewitt, W. (1997). Cómo Liberar sus Poderes Psíquicos. EDAF. Madrid
- Curott, P. (2001) Witch Crafting. Broadway Books: Nueva York.
Otras fuentes de interés:
- Curott, P. (2000) El libro de las sombras. RobinBook: Barcelona.
Excelente pero que pasa cuando los familiares de una pareja se mete para separar y viven llenando la cabeza a tu pareja y tu hijo o hija de 4 años sufre con agonía
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