El ingreso a estados alterados de consciencia, en los que la
percepción del mundo que nos rodea, así como el funcionamiento de diferentes
funciones mentales se ve alterado/amplificado/modificado sería una buena forma,
bastante genérica, de definir el término “trance”. Las diferentes técnicas para acceder y
trabajar en dichos estados es lo que se suele conocer como “trabajo de trance”,
y admito que es una de mis pasiones en la práctica mágica.
Más allá de la modificación de las frecuencias cerebrales,
para mí simplemente implica una conexión más íntima con el mundo espiritual y
energético. Si bien diferentes filosofías mágicas reconocen que la divinidad y
la energía se encuentran con nosotros siempre, en todo momento y lugar, también
es cierto que nuestra consciencia cotidiana no suele ser siempre el estado más
favorable para experimentar tales realidades de manera óptima. Voy más allá de
un tema de respecto a la Naturaleza y un reconocimiento de su divinidad (que de
por sí me parece genial y en sí mismo es una habilidad valiosísima) y me dirijo
al hecho de conectar con el entramado energético que sostiene nuestro mundo y
todos los mundos.
Los estados alterados de consciencia presentan varios
niveles de profundidad e incluso de “alcance”: alfa, theta y delta van más allá
del estado cotidiano beta en el que nos encontramos en el día a día. Así como
el estado beta nos ayuda a desenvolvernos en este Mundo Medio, los demás
estados nos ayudan a conectar con los otros mundos y otras frecuencias.
Creo que todos los sistemas mágicos, en un modo u otro, en
mayor o en menor grado, hacen referencia o mencionan o incluyen alguna forma de
alteración de los estados de la consciencia. Al menos, basándome en lo que he
revisado, pero capaz resulta que por ahí existe algún sistema que no lo incluye y no lo
contempla.
¿Qué puede lograrse en el trabajo de trance? Pues bastantes
cosas. Meditaciones guiadas, viajes
chamánicos, sanaciones energéticas, trabajos mágicos, desarrollo y práctica de
habilidades psíquicas (incluyendo clarividencia y proyección astral)
canalizaciones, trabajo oracular y adquisición de sabiduría son sólo algunas
cosas que me vienen en mente en estos momentos. El contacto con los dioses y
espíritus adquieren un nuevo matiz porque surge la posibilidad de ir a su
terreno – o a un terreno medio – e interactuar con ellos.
La preparación del proceso, y el entrenamiento, que requiere
algo de tiempo, puede parecer algo larga: proteger el espacio, conectar a
tierra, relajarse, centrarse… pero vale la pena. No sólo por la protección y
preparación en sí, que ya de por sí es valiosa, sino también porque, vamos,
estamos practicando nuestras habilidades mágicas. Cada una de estas habilidades
y prácticas nos conectan un poco más a nuestro poder como practicantes mágicos.
Además, siendo sinceros, no sé qué tan útil nos resulte volar al mundo
espiritual con simplemente desearlo si no sabemos cómo regresar al mundo
cotidiano y aprovechar lo aprendido y adquirido.
Entre los practicantes de trance, parecieran haber dos
extremos, y la mayoría nos encontramos en algún punto entre ambos: los que sólo
con desearlo hacen un vuelo mágico envidiable, y los que parecen estar pegados
a esta realidad cotidiana con pies de plomo. Ambos casos encuentran ventajas y
retos diferentes. En el primer escenario, el acceso al mundo espiritual es muy
fácil, pero suele enfrentarse la necesidad de aprender a mantenerse conectado a
la tierra y aplicar lo encontrado/ recibido en la experiencia. En el segundo
caso, la dificultad principal parece ser dejarse ir y proyectarse, pero muchas
veces se descubre que estas personas han ido internalizando subconscientemente
la información sobre técnicas y trabajo de trance y llegado el momento, tienen éxito
en el mismo. Lo que confirma que se
trata de una habilidad, y como tal, puede desarrollarse y perfeccionarse.
Considero que el trabajo de trance ha sido un aspecto no
siempre tenido muy en cuenta en el campo mágico – los hechizos y los rituales
suelen ser lo que capturan la atención, por algún motivo- (no tengo quejas que
hacer al respecto, si sucede eso es por algo), pero creo que se convierte en un
aspecto de la práctica mágica y espiritual (con cierto matiz brujeril, aunque
por supuesto sin excluir otras corrientes) que merece ser explorado y reclamado.
Como brujos, magos, chamanes, nos movemos entre ambos y
necesitamos ser capaces de interactuar adecuadamente con ambos. Aunque el trabajo de trance ofrece tanto
ventajas en nuestro trabajo espiritual como en la vida cotidiana, creo que uno
de sus principales beneficios, si se practica con interés, dedicación y respeto
(lo que no necesariamente es sinónimo de seriedad mortal), es que nos devuelve –
o tal vez sea más adecuado decir que nos recuerda, confirma y reafirma –
nuestra cualidad como habitantes no sólo de un plano físico sino también
espiritual.
Practicante de Artes Mágicas
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