17 de noviembre de 2012

PBP: "M" es por "Meditación"


De la infinidad de prácticas sugeridas por libros, maestros, amigos y sitios web, suele destacar la meditación. Recomendada por muchos ante la enorme cantidad de beneficios que ofrece, las diferentes formas y técnicas existentes – meditación Zen, meditación en movimiento, meditación guiada, por mencionar algunas -, unida al hecho de tratarse de una práctica cuya realización es, en última instancia, algo muy conectado al estilo personal y modo de ser de quien la ejecuta (como sucede, y debe suceder, con todas las demás actividades dentro del mundo mágico) convierte a la meditación en una tarea que, en el mejor de los casos, resulta algo vaga al momento de responder a las preguntas: ¿para qué meditar?  y ¿cómo meditar?
Puesto que existe infinidad de material que aborda ambas interrogantes, sólo me dedicaré a hacer algunos comentarios – y espero no resultar demasiado aburrido al respecto – al respecto, basándome en lo que he aprendido y he encontrado y continúo encontrando útil.
Los motivos para meditar varían de persona a persona, precisamente por la serie de ventajas que ofrece. Enfocándose en la salud, ayuda a disminuir los niveles de estrés, ansiedad, migrañas, hipertensión arterial, favorece el desarrollo de un mejor estado de ánimo y serenidad, lo que estimula el sistema inmunológico.
Yendo un poco más allá de los beneficios de salud, la meditación ayuda a desarrollar un estado mental más sereno, lo que facilita de manera significativa el desarrollo de una visión más clara de las situaciones en que nos encontramos. Por lo mismo, al meditar, experimentas gradualmente una mayor conexión con el sentido de lo espiritual – lo que puede manifestarse en una mejor y más firme conexión con lo divino (como sea que lo percibas) e incluso en el desarrollo de habilidades psíquicas (incluyendo, pero sin necesariamente limitarse a clarividencia, clariaudiencia, premoniciones y demás, sobre lo que espero poder escribir en un futuro no muy distante J).
Son estos últimos puntos – la conexión con lo divino, el mayor sentido de lo espiritual y el desarrollo psíquico lo que atrae a muchos miembros de la comunidad mágica a las filas de los meditadores. Lo que creo que está muy bien. La meditación es una forma increíblemente eficaz de conectar con el Poder y con el Mundo Espiritual y con sus habitantes (pero por más ventajas que ofrezca,  algunos tienen reservas al momento de usarla en el caso de personas con esquizofrenia u otras formas de trastorno mental severo,  a causa de la posibilidad real de que la meditación  estimule experiencias psíquicas que la persona no podría manejar de manera adecuada, incluyendo la percepción de espíritus).  No obstante, llegados a este punto se puede formar una división – entre quienes señalan que la meditación debería ser usada exclusivamente para conectar con lo espiritual, dejando de lado las distracciones consecuencia del desarrollo psíquico, y quienes creen que no tiene nada de malo usar la meditación como forma de desarrollo de habilidades psíquicas.
Personalmente, soy más defensor del punto medio. Sé que la meditación es una puerta al desarrollo mágico y psíquico, pero al mismo tiempo es una forma de conexión con lo espiritual. El detalle, no obstante, es que en última instancia, ambas cosas son consecuencias,  resultados de un proceso que, en su forma más esencial, se concentra en enseñar a la persona a serenar la mente. Eso es meditar – o mejor dicho, a eso me refiero cuando hablo de meditación en este artículo.
Desde luego, en muchos círculos, particularmente aquellos con influencia pagana, se trabaja también la meditación guiada -  que “guía”, como bien dice el nombre, a la persona a través de una serie de imágenes diseñadas y descritas de manera detallada a fin de ayudar al practicante a lograr un objetivo: contactar con un dios o diosa, con un espíritu, con su sombra, con los ancestros, recuperar sabiduría perdida, tener visiones de su propia verdad, etc (por cierto, para algunos brujos y practicantes espirituales, la meditación guiada sólo lleva al individuo hasta un cierto punto, en donde él mismo tendrá que experimentar por sí mismo la verdad o conocimiento que busca.)
 Pero volviendo al tema del artículo, vale aclarar algo: creo que todos hemos tenido la misma experiencia, en la que prendemos nuestra velita y nuestra varilla de incienso, cerramos los ojos y decidimos meditar…nos enfocamos en la respiración, y decidimos que vamos a dejar de pensar….y luego…. PAM! Estamos pensando.  Nos molestamos. Respiramos de nuevo. Creemos que hemos dejado de pensar y de nuevo….estamos pensando. ¿En qué? Pues depende de cada uno. Puede ser que sea en pagar el recibo del internet, en la recarga virtual que hicimos al celular, en el chico o chica que nos saludó hace media hora y cuyo nombre no recordamos…  (quien me diga que eso no le ha sucedido nunca, me sonará a que está diciendo mentiras). De ahí, llegamos a la conclusión de que “no podemos meditar”. Lo maravilloso es que, realmente, ya estamos meditando. Como escribía unas líneas atrás, la meditación consiste en enseñar a serenar la mente. Claro, con el tiempo la mente se convierte en el espejo de la realidad y así actuamos en base a lo que sucede en lugar de actuar en base a lo que creemos que sucede (que no siempre es lo mismo). Pero el acto de sentarse e intentar serenar la mente, distraerse, darse cuenta de la distracción y volver a enfocar la mente ya es meditación.
Un elemento fundamental en la meditación consiste en darse cuenta de que estamos distraídos. Es así que comenzamos a entrenar nuestra habilidad para percibir más allá del ciclo que se pueda repetir constantemente en nuestros pensamientos y empezamos a ver que existe algo más que la sola reacción ante estímulos o eventos que nos rodean. Al darnos cuenta de que estamos distraídos y volver a enfocarnos, aunque nos pasemos la sesión entera de meditación en ese plan, poco a poco formamos la capacidad de actuar en lugar de reaccionar. Nos encontramos un paso más cerca de la maestría personal.
¿Puede considerarse la manifestación de espíritus y de dioses y las experiencias psíquicas como una distracción en la meditación? En sentido estricto, varios practicantes dirán que sí. Después de todo, estamos tratando de serenar nuestra mente, aquietar el ruido interno y encontrar la paz mental y de pronto aparece un espíritu que empieza a hacernos conversación. Lo más posible es que nos distraigamos. ¿qué hacer en tal caso?
Algunos recomiendan decir al espíritu o entidad que haga el favor de no molestar. Otros consideran tal modo de actuar increíblemente malcriado (en especial si la entidad que se manifiesta se presenta como una deidad o un enviado de tu dios o diosa patrón), por lo que deciden escuchar todos y cada uno de los mensajes recibidos. Ambos casos tienen sus puntos a favor y contra. Por un lado, si rechazas de manera tajante toda información recibida, puede que estés perdiendo algo muy valioso y que necesitas conocer en ese momento o que sólo pudiste escuchar en la meditación porque es el único momento del día en que tu mente se encuentra lo suficientemente receptiva. Por otra parte, si te distraes constantemente de tu meditación para escuchar cualquier comentario o señal de actividad espiritual alrededor, ¿cuándo vas a dedicar tiempo a calmar tu propia mente? Este es un caso en el que necesitas usar tu criterio. En caso de duda, siempre puedes incluir al inicio de tu sesión de meditación alguna frase u oración que señale que recibirás la guía adecuada y que cualquier información o percepción recibida esté de acuerdo con tu bien mayor – lo que ayuda no sólo a tener sesiones de meditación más tranquilas, sino que también ayuda a controlar la desesperación por visiones que muchos practicantes – nuevos y ya antigüitos – tienen porque se supone que “deberían ver” cosas al meditar.

 Ahora bien….¿cómo meditar?
Con todos los métodos y consejos y variantes existentes, creo que podemos crear compendios enteros sólo de meditación. Así que aquí sólo pondré algunos puntos básicos.
-          Preparación: como inicies tu sesión de meditación es elección tuya. Pero ayuda mucho decir una oración o un decreto de lo que buscas en tu sesión. Personalmente, me gusta mucho emplear la frase de Christopher Penczak, autor de The Inner temple of Witchcraft que dice “Pido la guía, la bendición y la protección de la Diosa, el Dios y el Gran Espíritu en esta meditación.” Pero desde luego, puedes usar otra frase de tu preferencia.
-          Lugar: mientras que aprendes a meditar en la comodidad del autobús que va a 60 km por hora en medio de las increíblemente transitadas calles de tu ciudad, es buena idea comenzar con un lugar, un espacio para meditar. Si quieres usar tu habitación – especialmente tu cama – ten cuidado de no dormirte. Idealmente, es buena idea que tengas un pequeño altar ante el cual medites. La decoración y disposición del mismo dependerá de tus creencias espirituales.
-          Postura: aunque es muy glamoroso y místico pensar en meditar en posición de loto, asegúrate de terminar maldiciendo al cojín en el que te sentaste o el adormecimiento masivo de piernas. No tiene nada de malo o de “menos místico” sentarte en una silla, con los pies apoyados en el suelo y las manos sobre el regazo (e incluso ésa es la “postura egipcia” de meditación). La espalda recta y la punta de la lengua apoyada contra el paladar, en el punto exacto detrás de los dientes facilitan el flujo de energía.
-          Ambientación: el uso de velas, música e incienso queda a tu elección. Aunque  en caso de usarlos no hace mal averiguar un poco sobre ellos. Inciensos que serenen la mente y ayuden a elevar las vibraciones espirituales siempre vienen bien (sándalo, y olíbano y mirra son buenas opciones). El color de las velas dependerá del objetivo de la sesión – sólo meditar o usar la meditación como una forma de contacto con alguna energía determinada -. Con la música sucede lo mismo. Hay quien disfruta del tambor y de los sonidos de la naturaleza pero que no soporta escuchar las canciones de Enya (no tengo nada en contra de la señora, por si acaso).
-          Hora: al despertar, al medio día o al acostarte. Es elección personal y también de ser prácticos. Si te despiertas siempre corriendo contra el reloj y encima te cuesta levantarte de la cama, evalúa si resultaría adecuado para ti meditar apenas te despiertes. Igualmente, no te tortures con la duración de las sesiones. Empieza con 10 minutos al día y de ahí avanza. En estos temas vale más la constancia que el tiempo, por lo que si un día sólo puedes meditar 5 minutos, no te compliques la vida y hazlo. Si te saltas un día, no te tortures mentalmente llamándote irresponsable, pues será más efectivo que al día siguiente continúes meditando. Tampoco exageres tratando de meditar 2 horas desde el primer día. Estás creando un hábito. Es como hacer ejercicio: avanzas de a pocos.
-          La técnica en sí: sentado en tu espacio de meditación, inhala serenamente… exhala. Deja ir el pasado. Inhala, y exhala….que el presente se esfume. Inhala y exhala…mientras recuerdas que el futuro no existe....y permite que tu mente y tu consciencia se enfoque naturalmente en el aire que entra y sale de tu ser. Si te distraes, date cuenta de que te has distraído y vuelve a enfocar gentilmente tu atención en tu respiración.
Bueno….estas son algunas ideas sobre meditación. Espero que sean de utilidad. Como siempre, siéntete libre de compartir tus ideas, comentarios y experiencias.

Practicante de Artes Mágicas.

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