En casi todas las planificaciones y preparaciones para los rituales y ceremonias, se encuentra el presente el incienso. Creo que se ha convertido en un elemento básico dentro de muchos de nuestros trabajos mágicos. Su perfume es agradable, su aroma posee esa capacidad para transportarnos a un estado de consciencia en el que nuestra receptividad y flexibilidad y fluidez psíquicas (si se me permite hacer uso de dicho término, desde luego).
Personalmente, disfruto del uso del incienso. Su fragancia no sólo puede relajar y disponerte psicológicamente, evocando sensaciones e ideas increíblemente complejas – lo que, en sí mismo, ya se trata de una verdadera obra de magia en nuestro interior -, sino que además permite elevar la energía y facilitar el flujo de la misma, creando un cambio eficaz en el ambiente. Las hierbas y resinas que componen el incienso son quemadas para liberar su poder – bien sea su energía espiritual o los componentes químicos contenidos en su interior y que son capaces de entrar en contacto con el flujo sanguíneo de la persona a través de su respiración.
El incienso es la primera forma en la que muchos de nosotros entramos en contacto con la magia de las hierbas. Muchas veces esto ocurre porque es la más accesible, y otras porque se considera de las más seguras, especialmente si se trabaja con las varillas de incienso que muchos de nosotros en algún momento hemos empleado. Por supuesto, estamos hablando de hierbas y, mientras muchas pueden ser grandes sanadoras y bálsamos para el cuerpo, la mente, las emociones y el alma; otras pueden ser venenos increíblemente potentes – aún si sólo se aspira su humo (Ver cómo la misma hierba que puede ayudar y sanar puede también dañar o incluso matar, dependiendo de la forma de uso y de la dosis administrada, me recuerda a la habilidad del brujo para crear y para destruir, habilidad que se usará según sea necesario… una pista acerca de la estrecha relación entre el brujo y la naturaleza, supongo). Por lo que el cuidado y las medidas de precaución necesarias siempre deberán estar presentes.
Gardner lo como uno de los ocho caminos o modos para el trabajo mágico –y junto al uso de ciertas drogas y del vino es uno de los métodos para liberar el espíritu -. El incienso, además de alterar los estados de consciencia y de “abrir las puertas de la percepción” como algunos gustan decir, facilita el contacto con el otro mundo, creando una especie de puente entre los mundos que el mago o brujo puede usar para facilitar su comunicación con tales mundos y sus habitantes. Algunos practicantes chamánicos, por ejemplo, usan el humo del incienso como un medio para viajar al Mundo Superior y contactar con los dioses y los espíritus guía. Es esta misma propiedad del incienso como “puente entre los mundos” la que puede usarse en el trabajo mágico para facilitar la consecución de un objetivo. Se cree que al quemar la(s) hierba(s)/mezcla consagrada y cargada con nuestra intención, ésta viajará en el humo hasta los mundos superiores en donde será escuchada y respondida por las deidades, quienes ayudarán en la realización de nuestro deseo. Además, el trabajo con incienso es siempre una manera de contactar con los espíritus de las plantas, aprendiendo de ellos y posiblemente creando relaciones con nuevos aliados.
La cualidad sutil del incienso y del humo que libera – lo que lo conecta con el elemento aire dentro de muchas tradiciones mágicas y paganas – lo convierte en un medio muy eficaz para realizar ofrendas. Al consagrar el incienso y encenderlo, el practicante puede ofrecer energía que se mezclará con el humo y permitirá que los espíritus puedan asimilarla. Aunque nos estamos desviando un poco del tema, vale la pena aclarar que incluso en caso de usar incienso para ofrenda a espíritus, tendrás que investigar bien qué perfume y sustancia es la adecuada (generalmente el sándalo es buena opción). (Si deseas averiguar más acerca del uso y práctica de ofrendas, puedes consultar el libro “Magia para protegerse y combatir los hechizos”, de Jason Miller).
Llegado a este punto, soy conciente de la controversia que existe entre el uso de inciensos elaborados por la mano del mago, quien puede estar completamente seguro de la autenticidad de los ingredientes, vs. el uso de inciensos comerciales – de los que vienen en varillas y conos que pueden contar con el aroma de las hierbas deseado pero que no siempre han tenido fama de tratarse de algo “real.” Hablaré en base a mi experiencia, y nada más – y aunque sé que algún purista puede infartarse al respecto, no es mi deseo en ningún nivel el de ofender a nadie. Personalmente, me gusta la idea de preparar mis propias mezclas y recetas. Considero que el hecho de hacerlas puede crear un vínculo más íntimo con las fuerzas que se invocan y contactan. Dicho esto, diré que aprender a hacer inciensos es todo un arte y requiere una destreza que, quiero creer, está en proceso de desarrollo. Me ha pasado un par de veces que el incienso quedó demasiado húmedo como para que pudiera arder fácilmente, y que me quemaba las manos al tratar de sostener el recipiente con el incienso encendido (lo que me enseñó a reconocer la importancia de colocar una buena cantidad de arena dentro del incensario antes de colocar el carbón encendido en su interior); así como la vez en la que, por no haberme asegurado de que el carbón estuviera completamente apagado (tómate tu tiempo para verificarlo), terminé dañando un maletín en el que llevaba mis implementos, y dañé ligeramente mi libro de las sombras (nada trágico, gracias al Cielo). Las velas no son lo único que pueden quemar cosas.
No obstante, con todo el disfrute y el aprendizaje resultado de estas experiencias, no tengo nada en contra de los inciensos en varilla y conos. Tal vez no sean mi primera opción si tengo la oportunidad de elegir, pero ciertamente pueden ser eficaces. Los he utilizado en trabajos de ofrenda y de purificación sin problemas (posiblemente una explicación a esto sea que el olor del incienso es el verdadero catalizador de los mecanismos internos del mago que permiten que la magia tenga lugar…una explicación interesante…tengo dudas acerca de que sea la única explicación, pero de todos modos sigue siendo interesante). La verdad es que son sumamente útiles y eficaces.
Por cierto, un experimento que puedes encontrar interesante: quema incienso – bien lo hayas preparado tú mismo o lo hayas comprado en forma de varilla o cono – sin consagrar. Luego, quema el mismo incienso después de haberlo consagrado. El incienso consagrado tiene un olor diferente. En mi experiencia, tiene un aroma más profundo (Es posible que debas esperar a dos oportunidades diferentes para poder reconocer la diferencia, aunque también se ha percibido ésta al quemar ambos inciensos en la misma sesión o ritual). Me gustaría saber cuál es tu experiencia.
Practicante de Artes Mágicas
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