21 de septiembre de 2012

Proyecto Blog Pagano: "H" es por "Hechizos"



La tan temida palabra. Bueno, realmente no sé hasta qué punto pueda resultar temida, pero ciertamente tiene su aire controversial. Hay demasiada emoción, dudas, ideas, nerviosismo y si quisiéramos ser quisquillosos, diríamos que hasta discusiones morales involucradas (No que me ponga a criticar la moral de otros, sólo que en ocasiones hace bien preguntarse si aquello que motiva a hacer o no hacer algo es una regla que aprendimos de memoria pero en la cual no se profundiza demasiado o si existe un sentido de lo correcto o incorrecto que surge de nuestra propia consciencia e introspección).
Pero, al final de cuentas, creo que sólo puedo hablar de mí y de aquello que he visto o que otros amigos han deseado compartir conmigo; así que me parece bueno aclarar que lo que aquí escribo no será el “evangelio según 0.culto”.
Mis inicios en la práctica mágica se vieron fuertemente influenciados por la  búsqueda de hechizos y rituales mágicos. Hechizo o ritual que encontraba, hechizo o ritual que copiaba. Pasaba horas en la cabina /café internet anotando en libretas y cuadernos – lo que me hacía cliente habitual y conocido en dichos cafés y en ocasiones me garantizaba ganarme “una hora adicional” de internet por si había alguna promoción de ese tipo – lo que, para un chico de 16/ 17 años que no tenía mucho manejo monetario, siempre resultaba bienvenido -.Por otro lado, cuando conseguía un libro de magia, lo primero que buscaba en el índice eran los hechizos. En sí, el tema y la práctica de los hechizos era algo que simplemente me apasionaba. Sigue haciéndolo, si bien el enfoque ha cambiado en estos últimos 12 años.
¿Qué tenían (o qué tienen) los hechizos que captaban con tal fuerza mi atención y mi interés (y, posteriormente aprendí que tenía el mismo efecto en muchos otros amigos y conocidos, si bien no todos estaban dispuestos a admitirlo)? Creo que puede ser una cuestión de poder.
Entre todas las representaciones históricas y mitológicas, verdaderas o idealizadas, admiradas o repudiadas, de la práctica mágica; se encuentra la práctica del hechizo. En sus diferentes formas – rituales, encantamientos, amuletos, cánticos, conjuros, llamados, invocaciones, evocaciones y proyecciones – y con su infinidad de materiales y elementos necesarios – velas, flores, hierbas, cristales, miel, resinas, cabellos, sudor, viento, sal,  muñecos, agujas, varas, dagas, sangre… (Así es, dije sangre); así como las horas del día, las fases de la luna y el sol, las influencias planetarias y desde luego la destreza misma del practicante – el hechizo ofrecía la capacidad de poder lograr los objetivos deseados. Era una especie de tecnología mágica a través de la cual contabas con la capacidad de conectar y dirigir las fuerzas de la creación para alcanzar tu meta. De hecho, los hechizos y rituales continúan ofreciendo la posibilidad de lograr esto. Queda claro la conexión entre hechizo y poder.  Pero… (siempre parece haber un “pero”).
Hace algún tiempo llevo pensando que el interés en los hechizos constituye uno de los “placeres culpables” de la comunidad mágica. No sé si sea la norma, pero sí se trata de algo que he visto con la frecuencia suficiente como para que me resulte un hecho curioso. Muchos (no todos, desde luego) empezaron su recorrido en estos caminos en un deseo por reclamar poder sobre su vida y su situación, algo que los hechizos parecen ofrecer (dependiendo del hechizo y de los requerimientos de la persona, por supuesto). No obstante, pareciera que muchos brujos sienten que no les deberían gustar los hechizos, o que no deberían interesarse en ellos. Me explico: cuando sale en una conversación el tema de los hechizos – conversación, por supuesto, entre brujos o practicantes de magia -, se puede casi tocar el recelo presente en todas las personas. Hay quien se apresura a decir qué clase de hechizos “deben y no deben” hacerse, mientras otros señalan que a veces los practican pero que no forman parte central de su camino espiritual (aquí algunos hablan con una claridad y serenidad digna de admiración, mientras que otros se encienden con una rapidez impresionante), y otros comentan que no les gusta hacer hechizos porque se sienten nerviosos ante la idea de que no salga perfecto (somos humanos, así que la posibilidad de cometer un error siempre estará presente) o porque no quieren interferir con el balance del universo (idea que, admito, me deja con la ligera sensación de que el brujo se considerara ajeno al ritmo natural del cosmos y de las fuerzas que en él se mueven). Otros simplemente esquivarán el tema. Pero lo que queda claro es que hay incomodidad presente. Siempre.  
Claro que cada quien tiene sus ideas y puntos de vista. Ciertamente, los caminos y prácticas espirituales que consideran la opción de los hechizos como válida tienen su lugar para los mismos. Pero en muchos casos me he preguntado ¿cuántos brujos o magos consideran los hechizos como una práctica espiritual? Y no me refiero a los rituales o hechizos para desarrollar la intuición o la sabiduría o conectar mejor con las energías de la Diosa o el Dios, sino a los hechizos de protección, de prosperidad, de amor, de sanación; a esas necesidades básicas y prácticas de la vida que todos tenemos.
Quien piense ahora en “existen la alta magia y la baja magia, la primera se concentra en la conexión con la divinidad y la segunda se concentra en el hechizo y la vida cotidiana” tiene un punto interesante que decir, pero no me refiero a eso. Me refiero a la posibilidad de ver que durante el trabajo de un hechizo, el practicante se conecta con otras energías, consciencias, fuerzas y se pone en el nivel de co-creador de la vida, usando la chispa divina que lleva dentro para lograr su objetivo (cómo lo usas, si para hacer bien o para lastimar, es tema de otra discusión). A mí me suena un proceso bastante espiritual.
Todo lo anterior, desde luego, incluiría el escenario de un practicante que cuenta con un trabajo espiritual. Pero sabemos que no todos los que buscan hechizos y rituales persiguen un camino espiritual. Muchos recurren a la magia para satisfacer un deseo o necesidad importante o solucionar un problema sumamente serio. Pueden hacer un hechizo – con o sin ayuda – y tener éxito. O puede que, al no ver resultados inmediatos de carácter cinematográfico (que puede haberlos, pero parecen estar más en la categoría de “bono” que en la categoría de “obligatorio”, por lo que no siempre tienen lugar), se desaniman y  el resultado del hechizo no llega a manifestarse o se manifiesta en modo medio “raro” o “no con suficiente fuerza”. Entiendo que muchos practicantes quieran evitar o sientan la necesidad de aclarar el tema de los hechizos a fin de evitar que los interesados ocasionales tomen la información que necesitan y luego se vayan y se metan en un lío. Pero a veces el temor a hablar de un tema sólo crea más complicaciones, incluyendo el hecho de que muchos miembros de la comunidad mágica terminen desarrollando ideas equivocadas acerca de los hechizos y del camino que practican.
Aquí es un punto que cada quien debe determinar, supongo. No se trata necesariamente de publicar tu compendio de hechizos en internet (sé que muchos simplemente ODIAN pensar en ello y piensan que es poco menos que una atrocidad hacerlo, pero vamos: estamos en el siglo XXI, la información está circulando por todos lados y simplemente ponerse en el plan de “es antiético publicar esa clase de información en internet porque estás revelando los Misterios!!” no sirve. Es mucho más eficaz  aclarar en qué consiste la información y explicar con claridad cuál es tu política al respecto, en lugar de encerrarte en una sola postura. Además, los Misterios, por ser Misterios, no pueden ser expresados con palabras, sino que deben ser vividos, de ahí su nombre. Por otro lado, incluso los mismos detractores de publicar información en internet la han revisado y han obtenido de ahí sus ideas. Es muy raro que alguien haya obtenido TODO su conocimiento de libros antiguos, pues incluso hay profesores que recomiendan revisar tanto libros modernos como sitios web. Si alguien se ha convertido en enciclopedia mágica andante revisando única y exclusivamente libros antiguos, ¡excelente, lo felicito!, pero el resto de mortales tenemos que usar los recursos que tenemos, incluso el internet).  Pero pueden discutirse infinidad de perspectivas sobre el tema: ¿cuál es tu hechizo favorito? ¿Qué tipo de hechizos prefieres hacer y cuáles simplemente no quisieras practicar? ¿Cuál es tu postura acerca de los hechizos y la libre voluntad? ¿Realmente vale la pena hacer un hechizo sólo como último recurso? (con esta pregunta, tengo una duda: ¿cuándo determinas que es  el último recurso? A veces te demoras demasiado y aunque la magia es poderosa, pues está difícil que te saque del hueco en que has caído). ¿La magia y los hechizos tienen un límite?¿Cuál es ese límite? (me encantaría conocer sus ideas acerca de esta pregunta en particular) ¿Funcionan todos los hechizos del mismo modo? (una clásica, pero buena)  ¿Puedes unir magia y actuar cotidiano para lograr tus objetivos? (aunque muchos dicen que después de hacer un hechizo, se debe “apoyar el trabajo en el mundo físico”, nunca me ha gustado esa expresión. Me parece que está minimizándose el poder de la magia. Prefiero las frases “actuar en acuerdo/consecuencia” o “que tus hechizos y tus acciones cotidianas vayan de la mano”, que sugieren un enfoque más estratégico, en el que no es sólo una cosa o la otra, sino que puede lograrse un objetivo con esfuerzos combinados). En fin, la idea es esa.
La práctica del hechizo tiene el potencial de convertirse en una experiencia que ayude el crecimiento integral del ser humano, no sólo por las cosas que uno puede conseguir al hacer un hechizo, sino porque como se dijo, cada vez que se hace un hechizo, accede a su papel de creador activo de la realidad. Lo que implica una gran responsabilidad, para bien o para mal. Esto puede alentarnos a convertirnos en mejores personas o puede asustarnos  y evitar todo contacto con los hechizos y el trabajo mágico en general en un intento por “no perder el control”. La decisión es nuestra.

Practicante de Artes Mágicas.

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