25 de agosto de 2012

Proyecto de Blog Pagano: "E" es por "Empatía"

En el abanico de habilidades psíquicas que un practicante puede desarrollar, la empatía parece ocupar un lugar especial en el corazón de algunos – sin ánimo de que parezca referencia a alguna clase de doble sentido. Conocido principalmente dentro del mundo de la psicología, el término empatía se puede definir básicamente como la habilidad social que nos permite sentir lo que la otra persona siente, o como bien suele decirse, como la habilidad para “ponerse en los zapatos del otro”. Sin esta habilidad ciertamente pueden presentarse una muy grande cantidad y variedad de conflictos en las relaciones y actividades del día a día.
Pero por más fascinante que resulte el estudio de la empatía desde la perspectiva psicológica, por ahora nos concentraremos en la habilidad psíquica conocida con el mismo nombre. Desde el enfoque del desarrollo psíquico, se la puede definir como la habilidad para sentir y percibir las emociones y sensaciones de otras personas a través de medios psíquicos-. Como esta definición pareciera sugerir un mecanismo muy similar al de la telepatía, algunos psíquicos la definen como “telepatía pero con emociones”.  Otros prefieren el término “tele-empatía”, con el fin de facilitar una distinción entre la habilidad psíquica y la habilidad social.
El alcance de la empatía va más allá de sólo “sentir lo que la otra persona siente”. Recibir psíquicamente la información emocional es sólo la mitad de la ecuación, siendo la otra parte la habilidad para interpretar las emociones percibidas.  Ser capaz de sentir o de recibir información psíquica y no saber qué rayos significa no sólo resulta frustrante sino también poco útil. Por otro lado, un empático es capaz de percibir no sólo el estado anímico o emocional de una persona sino también las sensaciones físicas, pudiendo sentir dolores o malestares ajenos como si fueran propios (cualquier persona empática tendrá cuando menos una anécdota en la cual en medio de una reunión empezó a sentir repentinamente un fuerte dolor de cabeza, sin razón aparente, para luego descubrir que otra persona que se encontraba cerca padecía de una jaqueca intensa –en muchos casos el empático podía identificar exactamente el punto en el que el dolor se origina y la manera en cómo el mismo se extendía por la cabeza). La parte interpretativa resulta tan necesaria precisamente porque es lo que permite ayudarte a decidir qué hacer con la información – además de ayudarte a hacer un seguimiento de tu desarrollo en el área.  Si una persona sólo se limita a aprender a sentir las emociones de los demás,  lo más seguro es que las perciba como una especie de eco  de sus propias emociones. Dicha persona necesitará aprender a serenar su propia mente y emociones y a enfocar su atención en la persona que intenta “leer”.
Se considera que la empatía es una de las habilidades psíquicas más básicas, por lo que generalmente es de las primeras en manifestarse cuando comenzamos a trabajar en nuestro desarrollo psíquico y espiritual  –de hecho muchos miembros de la comunidad mágica en general poseen dicha habilidad  - .Pero es precisamente su clasificación como algo ‘básico’ lo que conduce  a algunos practicantes a no prestarle mayor atención, prefiriendo enfocarse en el cultivo de otras habilidades más específicas. No obstante, para otros la empatía es en realidad una forma sumamente desarrollada de percepción psíquica que muchas veces es consecuencia o estaría estrechamente vinculada a la psicometría1. Personalmente, he visto que parece haber cierta relación entre ambas habilidades, ya que los interesados en una tienden a experimentar una simpatía o facilidad particular hacia la otra. Por otro lado, muchos sanadores desarrollan gradualmente su habilidad empática, convirtiéndola en una herramienta sumamente útil en su trabajo.
Aunque, como ya dije, la empatía parece despertarse de manera natural al trabajar con regularidad en el  desarrollo psíquico, uno puede enfocarse directamente en el desarrollo de la misma. Generalmente, el primer paso consiste en que el practicante se serene y calme sus pensamientos y emociones y a continuación, en dicho estado de calma, enfoque su atención en la persona cuyas emociones intenta percibir. Algunos simplemente abren su mente a la información, mientras que otros usan la visualización e imaginan una conexión de energía – a modo de cordón – que se forma entre ambas partes, y  que dura mientras la lectura tenga lugar (este método suele sugerir una duración un poco más larga que el método de simplemente enfocar la atención en la persona a ‘leer’.). Al final de la lectura, la conexión se cortaría con gentileza y firmeza.  En lo personal, he trabajado más con el método de enfocar la atención, sin usar mucho el método de visualización del “cordón de energía”, aunque ambos son eficaces (Al final de este artículo se encuentran algunas fuentes de consulta sobre el tema).
Es necesario señalar que, como ocurre con toda comunicación, se trata de algo que va en dos vías – por lo que si bien puedes leer a otros, no significa necesariamente que la otra persona ignore tu presencia durante todo el tiempo. En algún nivel, muchas veces inconsciente, la otra persona es capaz de sentir una “presencia” o un “algo” que está conectando con ella y  bien puede descartar tal sensación como un simple producto de su imaginación (si supiera el poder que se encuentra en la imaginación), o bien puede alterarse. Es algo que depende de cada individuo.
Algunas líneas atrás, mencioné que la empatía parece despertarse de manera “natural”, como consecuencia de la práctica psíquica y espiritual. Como sucede en otras áreas y con otras destrezas y habilidades, algunas personas parecen contar con una cierta cualidad empática “innata”, mientras que otros deben dedicar un mayor tiempo al desarrollo de la misma. Pero por más talento innato que se posea, no se irá demasiado lejos – en empatía o en cualquier otra área  de la vida – sino hacemos nuestra parte para fortalecer esa habilidad.
Del mismo modo en que sucede con otras habilidades psíquicas, la empatía suele manifestarse primero y de manera más intensa con las personas que son cercanas a nosotros – padres, hijos, hermanos, enamorad@ - resultado de la conexión que se crea entre ambas partes  - Como vemos, en toda relación existe un nexo psíquico además de la conexión emocional presente. No obstante, existen algunos casos en los que una persona, por diversos motivos (extremada sensibilidad, estrés excesivo, problemas para definir límites y un aura que necesita ser fortalecida son tres de ellos) parece ser particularmente receptiva a toda clase de energía e influencia emocional y serían incapaces de controlar el flujo de información recibida. Ted Andrews define este tipo de empatía como respuesta empática atávica. Quienes la presentan necesitan ser más conscientes de dicha característica y muy probablemente requieran concentrarse un poco más para aprender a controlarla, a fin de obtener los mejores beneficios de ella.
Con el paso del tiempo y la práctica, la persona empática puede encontrarse frente a situaciones diversas. Por ejemplo, en algunos casos la conexión empática que haga con otr@ será tan fuerte que incluso puede llegar a “echar un vistazo” a los pensamientos de la otra persona. O puede que, si existe una conexión emocional y psíquica particularmente fuerte con algún ser querido, podría percibir psíquicamente las emociones y el estado anímico y de salud del mismo sin importar la distancia. En otras ocasiones, puede que experimente dificultades para permanecer durante periodos prolongados en un lugar en el que se ha producido anteriormente un conflicto o discusión intensa. Pero quizá una de las situaciones más incómodas a las que una persona empática deba hacer frente sea aquella en la que experimenta un fenómeno llamado malestar empático.
Esta clase de malestar podría definirse básicamente como una “sobrecarga emocional” en la que el empático pareciera recibir demasiada información acerca de las emociones de otros. El modo más simple de ponerlo es que el psíquico se siente “bombardeado” por toda la información que recibe. Simplemente, es demasiado para él o ella. Esto hace que se sienta molesto, irritable y confundido, tratando de retraerse en muchos casos como una manera de protección. Puede manifestarse en diferentes grados de intensidad, y en sus inicios generalmente parece manifestarse como molestias pequeñas, por lo que muchas veces es ignorado. El detalle es que, al ignorarlo, el malestar se va haciendo cada vez mayor hasta el punto en que, según algunos, se “fríen los circuitos empáticos” y en situaciones extremas, la persona empezaría a desarrollar una especie de agorafobia. Tarde o temprano, toda persona empática tendrá que aprender a lidiar con un malestar empático – bien aprendiendo a evitarlo o aprendiendo a  superarlo.
Cuando esto ocurre, algunos intentan alejarse de todo contacto humano – o cortarlo tanto como sea posible. Otros deciden que es mejor detener no sólo toda práctica de desarrollo empático, sino también todo trabajo mágico, espiritual y energético (después de todo, las emociones son también energía) en espera de que, al alejarse de estas prácticas, el “corto circuito” que experimentan desaparezca. Pero generalmente ni una opción ni la otra parecen funcionar. Por un lado, mientras vivamos en esta parte del hemisferio, tendremos que relacionarnos con otras personas, de un modo u otro. Volvernos ermitaños no parece estar al alcance de la mayoría de seres humanos que trabajamos, o estudiamos, o tenemos que comprar las cosas para la casa, etc. 
Por otro lado, la idea de interrumpir toda forma de actividad energética/espiritual/ mágica trae consigo un problema: el malestar empático muestra la necesidad de aprender a controlar la empatía y el interrumpir de manera brusca el trabajo energético/espiritual no hará que las cosas mejoren. De hecho sólo creará más problemas. Por lo tanto, la solución sería adquirir un mayor control de dicha habilidad. Puedes continuar con tu trabajo energético – si quieres bajándole un poco el énfasis al aspecto de recepción psíquica en general. Utiliza técnicas para conectar con la tierra y asentar tu energía. Medita y practica ejercicios de relajación durante unos minutos al día. Si decides crear un escudo psíquico, asegúrate de programarlo para ayudarte a controlar el exceso de energía emocional que percibes, en lugar de tratar de bloquear TODA percepción – porque de lo contrario, capaz y terminas bloqueando también las cosas buenas. Sólo recuerda que el escudo es una ayuda y no una forma de escapar del problema.
Otro de los inconvenientes que podemos encontrar en el camino – y que puede muchas veces causar alguna forma de “indigestión psíquica” – es cuando nos aferramos a las emociones que percibimos. Cuando comenzamos a tener cierto éxito en nuestros ejercicios, nos emocionamos tanto por ello que nos quedamos “fijados” en la información que recibimos. Quedamos sorprendidos por haber percibido el dolor de muelas de nuestro vecino de asiento en el cine o porque fuimos capaces de sentir la tristeza de nuestra amiga aunque ella parecía estar serena. El problema es que cinco horas más tarde ese dolor o emoción continúa con nosotros. Generalmente esto sucede cuando olvidamos que la sensación o emoción percibida NO pertenece a nosotros, sino que corresponde a otra persona. Nosotros podemos captarla e interpretarla y actuar acorde a lo que percibimos, pero luego de ello, es importante dejarla ir. Desde luego, también hay  ocasiones en las que experimentamos alguna emoción o dolor y no tenemos claro si éstos tienen su origen en nosotros o si estamos captándolos de alguien más. En ambos casos la mejor opción consiste en respirar, tratar de aclarar la mente y preguntar a quién pertenece la sensación que experimentamos. Si es información captada psíquicamente y pertenece a alguien más, tenemos todo el derecho de pedir que regrese a su “dueño” original (algunos prefieren enviarla a la tierra…cuestión de gustos supongo). Si se trata de algo que tiene origen en nosotros, le prestaremos la atención que se merece.
Dicho esto, ¿qué de bueno tiene la empatía? Pues depende de lo que tengas en mente. En general, es de gran ayuda en el trato con otras personas – por trabajo o relaciones interpersonales-. Cuándo usarla es algo que depende de cada practicante: algunos prefieren limitar sus lecturas sólo a cuando alguien les pide información específica al respecto, mientras que otros deciden no intentar una lectura empática con un miembro de su familia. Es decisión personal y tienes que seguir tu propio juicio para tomar la decisión.
Vale decir que el ser empático no hace a alguien omnisciente. Aunque puedas percibir los estados emocionales de otras personas y tengas la capacidad de experimentar el arcoíris completo de emociones humanas, como con todas las cosas, no serás infalible- por ejemplo, si te encuentras con un buen mentiroso o con alguien que no se abre emocionalmente o es muy desapegado a su lado emocional, pues es posible que te encuentres con algunas dificultades para leer sus verdaderas emociones. Por otro lado, sobre todo cuando estés empezando a practicar empatía psíquica, trata de tomarte las cosas con calma – si en un inicio, de un grupo de 30 personas sólo logras leer a 2, tranquilo (2 sigue siendo más que cero). Toma tu tiempo para practicar – sesiones de media hora son una buena idea. Por otro lado, se trata de una habilidad como pintar, dibujar, componer música, ser bueno en matemáticas y hablar en público. De nuevo - y éste es un punto que quisiera enfatizar - aunque hay quienes tienen mayor facilidad que otros en tales áreas, por más talento innato que tengas, igual tienes que cultivarlo; sino, no llegas muy lejos. (Por cierto, si nos encontramos con alguien que pareciera estar desarrollando “complejo de mesías” por esto, siempre ayuda recordarles lo siguiente: algunos son rubios, otros morenos. Algunos tienen ojos azules y otros, ojos café. Algunos son bajos, otros son altos y otros, son empáticos.)
La empatía es una habilidad práctica. Algo tienes que hacer con información que recibas. Bien sea que te conviertas en un experto en relaciones humanas o te ayude a comprender mejor a tus colegas de trabajo, su riqueza verdadera comienza a hacerse presente cuando descubres maneras en las cuales puedes emplearla para crear una vida mejor para ti y los demás. La naturaleza de la empatía nos recuerda también que formamos parte de algo más grande y de que nuestro bienestar y el bienestar de quienes nos rodean son igual de importantes.
Practicante de Artes Mágicas
Referencias:
  1. Andrews, T. (2004) Sea psíquico. Llewellyn español: St. Paul, MN.
Otras fuentes de consulta:
-          Hoffman, E. (1985) Desarrolle sus poderes psíquicos. Ediciones Martínez Roca, S.A.: Barcelona
-          Orloff, J. (2010) Sexto sentido. Editorial Sirio S.A.: Barcelona.
-          Craft, Simon (2003). Maiden Moon: an advanced Wicca 101 . Recuperado de www.scribd.com
-          www.Psipog.net
-     Rob's Magick Blog (2012). Empath sickness. Recuperado de www.robjo.wordpress.com

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