Hace algún tiempo pude conseguir un libro sobre la práctica de Brujería Wicca llamado “Wicca, a year and a day”, escrito por Timothy Roderick. El libro (que hasta donde tengo entendido, no ha sido traducido aún al español) ofrece literalmente una práctica, ejercicio, meditación o ritual para cada uno de los días del año, hasta completar el periodo de 366 días - basándose en la tradición de que el aprendiz debe estudiar durante un año y un día antes de iniciarse en la tradición Wicca. Aunque había revisado el texto, usándolo como fuente de consulta, me pareció interesante la idea de repasar las prácticas fundamentales, así que me animé a seguir el programa propuesto por el autor.
Una de las prácticas que me tocó realizar hace unos días consiste en el trabajo con el encantamiento Bagabi, frecuentemente asociado al periodo de Samhain (la estructura del libro organiza en un “bloque” todas las tradiciones, rituales, meditaciones y prácticas asociadas con los Sabbats. Ciertamente, no es algo muy convencional, pero puede ayudar al estudiante a enfocarse en temas específicos). Considerado un clásico en la Brujería Wicca, puede encontrarse referencias a este cántico en diferentes ritos, siendo usado para generar poder. Lo curioso del encantamiento es que, si buscas información sobre el mismo, encontrarás toda clase de explicaciones. Fuentes como Roderick y los Farrar explican que la versión más antigua del encantamiento Bagabi provendría del siglo XIII, y Roderick señala que el cántico encontraría sus raíces en una forma antigua de la lengua Vasca. Por otro lado, revisar el internet dará información tan variada que va desde “es un cántico para invocar a Satanás” hasta “no significa realmente nada, pero suena bien para las danzas rituales”(¿?!!!).
El cántico es fácil de encontrar, pero de todos modos, lo anoto aquí – ya que en algunos libros y fuentes en línea lo he visto “recortado”.
Bagabi laca bachabe
Lamac cahi achabe
Karrelyos
Lamac lamec bachalyas
Cabahagy sabalyos
Baryolas
Lagozatha cabyolas
¡Harrahya!
Palas aron ozinomas
Baske bano tudan dona
Geheamed cla orlay
Berec he pantaras tay
La práctica en sí consiste en caminar en sentido antihorario alrededor del espacio sagrado, mientras se pronuncia el cántico. Con cada paso que se da, se pronuncia una palabra. La clave de la práctica radica en enfocarse más en las sensaciones experimentadas durante la misma que en el posible significado o correcta pronunciación del encantamiento. El objetivo del rito es ayudar a percibir la interacción entre las fuerzas de los inicios y los finales, presente en el periodo de Samhain.
Así que encendí las velas de la habitación y me dispuse a entonar el cántico. Creé un espacio sagrado y caminé alrededor del mismo un paso a la vez, los pies muy juntos, pronunciando a cada paso una palabra del cántico. Lo repetí varias veces, por lo que di más de una vuelta al espacio que había destinado para ello.
Las palabras eran casi hipnóticas. Recordando el consejo dado para la práctica, decidí enfocarme en las sensaciones que me generaban dichas palabras. Podía sentir un escalofrío que me recorría, y una sensación de poder que acompañaba mis pasos, en ese momento lentos. Era como moverme en cámara lenta, con un ritmo mucho más tranquilo del que uso para caminar. Era como ser llevado por algo. Empecé a notar que la cadencia con la que pronunciaba las palabras cambiaba gradualmente, y en modo muy sutil, pero notorio.
Al final, me senté en el centro del espacio.
Tenía la impresión de una presión en el pecho… no era incómoda, sólo estaba ahí, presente. Cerré los ojos y traté de percibir alguna diferencia en mí o en el ambiente…
Una imagen empezó a formarse en mi mente, acompañada de una sensación… la impresión de que un río oscuro fluía en sentido antihorario – el sentido que había usado yo para caminar – alrededor mío, alrededor del espacio que había recorrido. Era como un arroyo, y tenía la impresión de que dicho río me circundaba.
Si bien creo que la palabra “oscuro” no es sinónimo de maldad, puedo decir que esta experiencia confirmó tal idea. El ambiente, mi habitación, a pesar de todas las velas encendidas (13 velas entre el altar y otros puntos de la habitación) se notaba más “oscuro” de lo que debería estar - si ayuda en algo, puedo decir que, más que verse, era una oscuridad que se sentía. Había incluso un cierto aire desierto, sombrío en la habitación, pero para nada maligno. Y ciertamente, no era que las velas se hubieran apagado porque seguían ahí encendidas (el escéptico en mí me hizo prestar atención a esto), y podía leer muy bien.
Pronto se hizo presente otra sensación: la sensación de que había algo (¿o alguien?) más allá de ese río que fluía a mi alrededor. Ese río era como un límite (¿tal vez un velo??) y había algo o alguien que estaba más allá. Supe que podría contactar con eso y que dicho contacto sería una parte importante de mi práctica espiritual.
Poco a poco la impresión del río y de esa presencia fue desvaneciéndose. Al final, cerré el espacio sagrado. Agradecí a los dioses, a los espíritus que estuvieron presentes y también a esa presencia, más allá de ese río que percibí.
No voy a mentir diciendo que sé perfectamente y sin asomo de duda qué fue todo lo que percibí. Aún tengo algunas preguntas en mente sobre esa experiencia. Cuando creo que estoy empezando a responder una de esas preguntas, aparecen otras casi de inmediato. Sé que todo se revelará gradualmente. Sé que las respuestas serán muy interesantes. Pero también sé que no me quedaré sentado esperando a entender como encajan todas las piezas antes de dar el siguiente paso. Todavía queda mucho por hacer y aprender.
Practicante de Artes Mágicas.
Referencias:
Farrar, J. & Farrar, S. (2007) La biblia de las brujas. Editorial Humanitas, S.L.: Barcelona.
Roderick, T. (2005). Wicca, a year and a day. Llewellyn Worldwide: St. Paul.
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