31 de enero de 2012

¿QUÉ DEFINE A UN BRUJO?

La pregunta del millón de dólares. A lo largo de la historia el término ha ido asumiendo distintos significados…algunos buscan sus raíces en términos provenientes del inglés antiguo (como “wicca”, “wicce”), otros recurren a pasajes de la Biblia, y hay quien prefiere recurrir al buen diccionario de la lengua española. Pero si alguien se toma la molestia de revisar los significados que cada una de estas fuentes propone (por favor, háganlo, podrían pasar un rato muy agradable haciéndolo), encontrará que cada una ofrece un significado y un contexto diferente. 

La imagen del brujo y de la bruja – hay que admitir que por algún motivo la bruja parece que siempre llevó la delantera al brujo en cuestiones de fama e infamia – muestra distintos personajes: desde las terribles brujas de Tesalia, cuyos poderes eran comparados con los de las mismas diosas a las que conjuraban, hasta las figuras encantadoras, seductoras y peligrosas de Medea y Circe; desde Canidia, famosa por hacer que la Luna descienda de los cielos por sus encantamientos;  hasta el Merlín del Ciclo Artúrico, figura clave en el establecimiento de Camelot;  sin olvidar los muchos hombres y mujeres sabios de distintas aldeas y pueblos, cuyo conocimiento era buscado, temido  y respetado (y por qué no decirlo también, odiado). 

Bien sea bajo la apariencia de seductora, de sabio, de encantador y de hechicero, de asesina, de curandero  o de guardián de múltiples secretos, descubriremos que siempre el hilo conector de todas estas figuras es la presencia y el uso de poderes mágicos, hechizos y encantamientos. Para el escenario actual y para lo compleja que puede resultar la tarea de definir a un brujo, es un buen punto de partida. 

El brujo es un practicante de magia. Su habilidad le permite realizar una serie de proezas como el conjurar hechizos, traer salud al cuerpo, la mente y el espíritu, bendecir y maldecir, comunicarse con el Reino Espiritual y sus múltiples habitantes, conocer el futuro, el presente y el pasado e incluso ver en el interior mismo del alma de una persona. La brujería entonces, sería un arte que implica la práctica de la hechicería. Para ocultistas como Jason Miller, incluye elementos como la energía lunar y los aspectos ctónicos, siendo una forma de misticismo práctico.1
 
Vale decir que no todos estarán de acuerdo con esta definición. La verdad, eso está bien. Cada quien tiene una visión de la brujería de acuerdo a sus propias experiencias. Algunos la consideran una forma de magia menor basada en supersticiones. Otros sólo conciben la práctica dentro de un contexto religioso (como en el caso de Wicca, que si bien es una religión y una forma de brujería, difícilmente es LA ÚNICA existente), mientras que otros la definen como una tradición espiritual pero no necesariamente patrimonio exclusivo de una única religión o rama. Incluso hay quienes consideran la brujería un arte satánico (y en efecto, hay satanistas que también son brujos, y pueden llegar a ser muy buenos en lo que hacen). 

Aún con todo esto, es necesario señalar que, como se menciona más arriba, existen ciertos elementos que caracterizan la brujería, incluyendo tradiciones y creencias vinculadas a distintas formas de paganismo y que serán revisados poco a poco y de manera gradual. El trabajo mágico es uno de ellos, pudiendo asumir diferentes formas. Es una parte del arte de la brujería por lo que negar su práctica y autodenominarse brujo sería una contradicción. 

Queda claro que estamos hablando de un tema que tiene mucha tela de donde cortar y del cual pueden surgir muchos más artículos, opiniones y reflexiones  -de hecho, ésa es la idea de este blog - .Si quieres dar tu opinión o dejar un comentario, bienvenido. Y.si piensas que estamos equivocados y que perdemos nuestro tiempo, por favor, no pierdas el tuyo y simplemente no nos leas.

Practicante de Artes Mágicas 

Referencias:

  1. Miller, J. (2008) Magia para protegerse y combatir los hechizos. Ediciones Obelisco.
  2. Miller, J. (2009) The Sorcerer’s Secrets. New Page.

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