Si estás familiarizado con la práctica mágica actual, sabrás
que uno de los modelos más frecuentes consiste en solicitar ayuda de un
espíritu o ser superior. En paganismo, suelen ser los dioses; en el
catolicismo, muchas veces son los santos. En magia ceremonial, puedes elegir
entre trabajar con ángeles o demonios.
Si estás más familiarizado con concepciones chamánicas, puede que se
trate de espíritus del lugar o de la naturaleza. Pueden ser todas las
anteriores. También puede que elijas la postura de “cero dioses/ cero
espíritus” por distintos motivos. En esta ocasión consideraremos el primer
escenario: solicitar ayuda a un poder espiritual.
Corre la idea por el mundo mágico – lo que más he visto de
cerca es en contexto pagano, pero no quiere decir que sea la totalidad del
caso, o que no se presente en otros contextos; es sólo que no lo he visto tanto
– de que contamos con un gran abanico de posibilidades y poderes a los que
recurrir para apoyar nuestra magia. De hecho, no deja de tener cierto sentido.
El mundo es muy rico en ése y en muchos
otros sentidos. Esta aproximación ha dado algunos resultados interesantes. El
eclecticismo ha sido uno de ellos, conduciendo en su mejor expresión a una
comprensión profunda de un sistema con el fin de evaluar si puede o no
incluirse en la práctica personal y; en su forma más triste, a una mezcla sin
mayor orden o sentido. Otro de los resultados consiste en el fenómeno de “¿A
qué dios llamaré?”. Es aquí donde me detengo un poco.
Soy conciente de que tal vez no sea la forma más amable de
decirlo, pero eso no hace su mención menos importante: ha habido por algún
tiempo una tendencia a acumular listas. Listas de hierbas, listas de piedras
mágicas, listas de colores, listas de dioses. No me malentiendan, las listas
son buenas y útiles, y además yo también las he coleccionado. Pero ellas sólo
nos dan la mitad del escenario – y por más efectiva que sea, sigue siendo la
mitad. Si la consideramos como el todo, entonces nos quedamos con el siguiente
escenario: hago rito para prosperidad y pido la ayuda del dios A; como no
obtengo resultados, paso al dios B; si se repite el escenario, paso a la diosa
C porque me la recomendó el sacerdote del Coven vecino; si bien ya estoy
pensando en cómo incluir a la deidad D de quienes me habló la coordinadora del
grupo ecléctico que fusiona estudios africanos como el enfoque rúnico de
Mongolia… confuso, ¿eh? Al final recorreré el abecedario de divinidades como si
se tratara de la versión metafísica de las páginas amarillas. El otro posible
resultado de considerar las listas como absolutos consiste en invocar a TODOS
los dioses relacionados con nuestra necesidad que podamos recordar porque
creemos que “hey, todos buscan lo mismo, todos trabajan en lo mismo”. En magia, no siempre más es sinónimo de mejor.
La parte más divertida, si queremos verlo de ese modo, llega
con el contacto y la formación de una
relación. En el caso de los dioses, espíritus y derivados específicamente,
puede ser buena idea tratar de conocerlos un poco antes de profundizar en el
trabajo. Conversar con ellos, discutir algunas ideas, realizar meditaciones, o
ritos de contacto, u ofrendas; lo que prefiramos. Cuando buscamos alguien con quién trabajar en
nuestro día a día – sea para un proyecto inmediato o a largo plazo – la lista
de requisitos incluye que podamos tener una relación cordial con esa persona y,
si se trata de alguien a quien ya conocemos y con quien estamos en buenos
términos y sintonía de objetivos, las probabilidades de obtener buenos
resultados aumentan considerablemente. ¿Por qué debería ser distinto en magia? Cierto
que en ocasiones el tiempo no parece estar demasiado de nuestro lado – a nivel
mágico y a nivel cotidiano -, pero de estar presente tal oportunidad para una
interacción y relación, vale la pena aprovecharla.
Un beneficio de desarrollar una relación con los dioses que vaya
más allá del ocasional hechizo que Jove) puede
convertirse en un gran aliado en nuestro autoconocimiento y en la realización
de nuestro potencial, más allá de la ganancia monetaria.
invoca su ayuda es llegar a conocer rasgos
suyos que no siempre están a la vista (incluso si simpatizas más con la premisa
de “los dioses son sólo arquetipos” admitámoslo: mientras mayor sea el contacto
con una Fuerza, más la conocemos). Pongamos el caso de Júpiter, por ejemplo.
Como dios de los cielos y padre de los dioses romanos, es visto usualmente como
una buena alternativa en hechizos y ritos para atraer la prosperidad. Un poco
menos conocido es el detalle de su faceta como dios de la Soberanía. La
soberanía puede entenderse como dominio de las riquezas, pero también implica
el dominio de sí mismo, y Júpiter es en efecto un gran aliado para este
trabajo. Sin embargo, vale la pena señalar que un aspecto de dominarnos a nosotros mismos
implica hacer uso de nuestros recursos - básicamente, trabajar por
ello -. Júpiter es el dador de recompensas divinas e infinitas, pero como buen
Soberano, quizá quiera saber cómo aprovecharemos sus bendiciones observando qué
hacemos con los talentos que ya poseemos. No sé si se trate de una prueba, pero
tiene cierta lógica - ¿Entregaríamos un regalo preciado a alguien que no mostró
aprecio o cuidado alguno por aquello que ya posee? Así, Júpiter (conocido también como Jove) puede convertirse en un gran aliado en nuestro
autoconocimiento y en la realización de nuestro potencial, más allá de la
ganancia monetaria.
Dos consecuencias que no siempre resultan obvias al inicio
pero que son escenarios muy probables involucran las referencias a otros
dioses y la influencia. La primera es
fácil de entender – a veces necesitamos un trabajo determinado y no tenemos
idea de a quién contactar – el tener una relación cercana con una deidad puede
permitir que, por ejemplo, ésta nos indique a quién podríamos pedir ayuda en el
rito (es que a veces una deidad puede considerar que necesitamos un enfoque
distinto al suyo. Hablando de trabajo en equipo...) En lo referente a influencias, en ocasiones
aquel dios con quien hemos desarrollado una relación estrecha tiene un alcance
que va más allá de sus atributos tradicionales. Si Venus es una diosa cercana
para ti, tal vez pueda ayudarte a concretar un objetivo financiero con rapidez
incluso si su rol más conocido es el de diosa del amor. Hécate puede ayudar a
abrir los caminos para un proyecto en su rol de diosa de las encrucijadas. Al conocer a los dioses y espíritus podemos
aprender algunas cosas que los libros no siempre mencionan.
Practicante de artes mágicas